"Gestionamos y medimos el clima cuando sabemos que estamos bien". "Estamos atravesando momentos complicados en la empresa y ahora no es el mejor momento". Estas y otras frases similares encontramos repetidamente en algunas compañías cuando entramos en contacto para ayudarlos a transformarse en un Excelente Lugar para Trabajar. Haciendo un paralelismo con nuestra vida personal, ¿acaso es lo que hacemos cuando sospechamos que padecemos alguna enfermedad? ¿Evitamos realizar análisis y diagnósticos para saber qué y cómo mejorar? El sentido común nos indica que deberíamos hacer justamente lo contrario, sin embargo, como mencionaba anteriormente, es algo con lo que nos enfrentamos frecuentemente.
Advertimos que en todas esas empresas existen algunos factores comunes. En primer lugar, se trata de empresas que están enfocando y disociando la gestión del clima organizacional. Es decir, están enfocadas en tener diagnósticos resultadistas, con lo cual si los mismos no serán buenos optarán por no tener un diagnóstico. Por otro lado, están disociando la gestión de clima del manejo cotidiano al percibirlo como un hecho puntual y aislado en el tiempo. Esto provoca un reduccionismo extremo que no permite a la organización tener visibilidad sobre aspectos fundamentales para transformar su clima, ya que todo se reduce a utilizar una herramienta para tener un indicador del clima organizacional y ahí se termina toda la gestión que realizan.
Las empresas que logran ser reconocidas por sus mismos empleados como un excelente lugar para trabajar, han dado un primer paso fundamental: ubicarse en la posición opuesta a la comentada más arriba. La gestión del clima organizacional, conceptualmente, trasciende la mera aplicación de un diagnóstico. Lo que se necesita entonces, es un enfoque donde el compromiso y la sustentabilidad en el tiempo para estos procesos no sea puesta en duda. Para ello, este compromiso debe surgir desde los niveles más altos de la organización, transmitiendo el claro mensaje de la importancia de la gestionar el clima; siendo el diagnóstico, una herramienta para la correcta toma de decisiones.
De esto se desprende la necesaria sustentabilidad en el tiempo. La gestión del Clima contiene un aspecto que trasciende tanto un momento puntual como el uso reducido de herramientas en un proceso. Implica desarrollar ciertas acciones para abordar el Clima Organizacional y tender a mejorarlo, de manera sostenida. Las empresas que deciden olvidarse de dicha gestión en los momentos en que están atravesando dificultades, están asumiendo peligrosamente que, al no realizar procesos de diagnóstico o acciones para contar con indicadores, no generarán falsas expectativas, o profundizarán más la crisis por la que está atravesando la empresa.
"Ya se sabe que es lo que está afectando el clima" se escucha muchas veces. Al mismo tiempo están desconociendo que ese mismo hecho – no obtener indicadores que alimenten la gestión - están comunicando que en esa empresa se escucha y analiza la percepción que existe del clima siempre y cuando el mismo esté en niveles favorables. Las acciones también marcan mensajes muy contundentes que los colaboradores captan perfectamente dentro de las organizaciones.
Por supuesto que no podemos desconocer que los momentos de crisis que cada vez más organizaciones atraviesan no son iguales a aquellos de relativa estabilidad. Pero esto, per se, no significa que uno favorezca la gestión y otro la perjudique. Reconocemos que implican estrategias de abordaje y cuidados distintos. Será fundamental cómo se analizan los resultados en un diagnóstico, cómo se comunican los mismos y lo que se dice que se va a realizar posteriormente. Hemos escuchado en muchas empresas que los mismos empleados manifiestan reiteradas veces que prefieren que se les comunique acerca de aquellos cambios/acciones que no se van a realizar antes que no se diga nada. La falta de definiciones sobre los aspectos en los que la empresa trabajará y sobre los que no, es tan peligrosa como dañina para el clima organizacional.
Por supuesto que los líderes, actores fundamentales en todo momento de la gestión de clima y en particular en aquellos donde la empresa atraviesa vientos de cambio, deberán estar preparados para poder ir sorteando las distintas circunstancias que se atraviesen. Hemos podido ver que los aspectos relacionados a la comunicación, la transparencia de procesos y la claridad de criterios que se utilicen, juegan un papel fundamental para permitir reconstruir la organización.
En el trabajo que desarrollamos año a año, nos encontramos con empresas que están atravesando o han atravesado momentos y escenarios complejos, pero claramente quedan divididas en dos grandes grupos, con resultados claramente distintos. Por un lado, las que ven la gestión de clima como un continuo en el tiempo y no como hitos puntuales y desconectados. Estas empresas claramente reconocen que habrá altibajos, pero eso es algo esperable. Por otro lado, empresas en las que aún se sigue percibiendo que el clima de la organización existe recién a partir de los resultados de una encuesta. Esto determina una pobre gestión de los aspectos que impactan en dicho clima. Lamentablemente estas compañías, que cuentan con ese estilo, empiezan a ver una película que ya comenzó, mucho antes de tener los resultados de la encuesta. En ella los líderes son actores y directores al mismo tiempo. Es decir, como los directores, pueden tomar decisiones, y como actores, están implicados en ese ambiente.
A su vez, también podemos dividir a las empresas entre aquellas que saben que independientemente del contexto que atraviesen, favorable o no, es fundamental e incluso, estratégico, conocer objetiva y sostenidamente los indicadores que reflejan lo que les sucede a las personas. Existen otras que en momentos de tormenta y aguas turbulentas prefieren recoger velas, amarrar el barco y refugiarse en procesos estancos y poco estratégicos. Lo más riesgoso de ese escenario es que las decisiones significativas pueden llegar tarde impactando sobre el ánimo de las personas y los resultados de la empresa.